martes, 13 de mayo de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
miércoles, 23 de abril de 2014
lunes, 14 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
viernes, 4 de abril de 2014
La batalla que la UE perdió contra el escalón
En el artículo 9 de la Convención de las Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos de las personas con
discapacidad, aprobada el 13 de diciembre de 2006, se requiere que los Estados identifiquen y eliminen los
obstáculos y las barreras. Y además, que
aseguren que las personas con discapacidad puedan tener acceso a su entorno, al
transporte, las instalaciones y los servicios públicos, y tecnologías de la
información y las comunicaciones.
Sin embargo, aún no entendemos bien el alcance de este
precepto. Es evidente que se han hecho importantes mejoras en los últimos años, pero ¿hemos logrado cumplir plenamente con ese
objetivo? Mi respuesta es rotunda: no.
Hay que empezar distinguiendo entre lo que yo denomino accesibilidad activa y accesibilidad pasiva.
Los principales logros han venido de la mano de la
accesibilidad pasiva. Las personas con discapacidad tenemos menos dificultades
a la hora de salir a la calle, de utilizar el transporte público, de asistir
como oyentes o espectadores a actos deportivos o
culturales, y podemos estudiar en la mayor parte de los institutos y de
las universidades públicas o privadas.
Pero ¿qué ocurre cuando no
sólo queremos aprender o disfrutar, sino que
también queremos trabajar, enseñar o
exponer nuestro punto de vista en una conferencia? Ahí es donde vienen los
problemas. ¿Habéis visto a muchos actores con movilidad reducida? ¿No será
porque es prácticamente imposible subir a un escenario? ¿Habéis asistido a
muchas conferencias impartidas por un conferenciante sordo o que se mueva en
una silla de ruedas? ¿No será también porque los estrados no son accesibles y
porque en ninguna parte se dispone de intérpretes de lengua de signos, a no ser
que los lleve el propio conferenciante o que éste se encargue de llevar su
propia rampa?
En Unión Progreso y Democracia (UPyD),
trabajamos por la igualdad real y
efectiva de todos los ciudadanos, sin que pueda existir ningún tipo de
discriminación por razón de sexo, edad, religión, orientación sexual o discapacidad. Por ello, en materia de discapacidad, llevamos en nuestro
programa para las elecciones al Parlamento Europeo la aprobación del Acta de
Accesibilidad Europea, para que cosas como ésta no vuelvan a suceder:
miércoles, 2 de abril de 2014
Entrevista concedida a Servimedia 2/4/2014
ELECCIONES EUROPEAS
UPyD presenta un candidato tetrapléjico para impulsar la legislación de accesibilidad en la UE
La candidatura de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) para las
elecciones europeas del 25 de mayo incluye al abogado Nacho Fernández en
el octavo puesto. Fernández es tetrapléjico, está cursando un doctorado
en Derecho y pretende impulsar la legislación de la UE en materia de
accesibilidad.
En una entrevista a Servimedia,
Fernández explicó que su partido pretende impulsar en el Parlamento
Europeo un amplio paquete de reformas en materia de discapacidad, como
la aprobación de un Acta Europea de Accesibilidad que garantice que
todas las personas puedan acceder sin dificultades a edificios públicos
y, sobre todo, a su centro de trabajo.
Alegó
que las personas con movilidad reducida a veces ni siquiera pueden
optar a un empleo porque la oficina a la que tienen que acudir para una
entrevista no es accesible para personas en sillas de rueda, como es su
caso.
A su juicio, otro de los
principales problemas de accesibilidad que existen en la Unión Europea
es el transporte en avión, ya que en el traslado suelen producirse daños
en las sillas de ruedas a causa de los golpes que reciben, generándose
averías frecuentes que conllevan un elevado coste para el usuario.
Fernández
enumeró que, entre otras medidas, el programa electoral de UPyD para
las elecciones europeas incluye perseguir la discriminación, sancionar a
los países que la toleren, potenciar la educación inclusiva y reconocer
la figura del asistente personal para la plena autonomía.
Además,
resaltó que su partido aspira a una "profunda reforma del sistema
institucional" de la UE para que el Parlamento Europeo tenga "plenas
facultades legislativas", eliminar el Consejo Europeo como órgano de
decisión y reducir toda clase de gastos superfluos.
También
abogó, en este sentido, por "suprimir" la sede del Parlamento Europeo
en Estrasburgo y las oficinas en Luxemburgo, para que todo el trabajo se
realice en Bruselas y no haga falta mantener edificios que sólo se
utilizan una vez al mes.
Desde UPyD
consideran que son necesarias unas instituciones europeas "centradas en
los ciudadanos" y advirtió de que los españoles "nos jugamos mucho" en
la cita con las urnas del 25 de mayo porque hay formaciones
antieuropeistas que quieren "destruir la Unión desde dentro y cobrando a
final de mes" de las instituciones comunitarias.
Fernández,
que está elaborando el programa electoral de su formación en lectura
fácil para que puedan entenderlo personas con discapacidad intelectual,
está ralizando una tesis doctoral en Derecho sobre la libre circulación
de personas con discapacidad.
En la
entrevista con Servimedia, aseguró que si sale elegido eurodiputado en
las elecciones se marchará a vivir a Bruselas. Para ello, está
aprendiendo alemán y flamenco, dos idiomas que se suman a los tres que
ya habla con fluidez: español, inglés y francés.
Si
no consigue el escaño, seguirá trabajando en UPyD por la plena igualdad
entre personas y terminará la tesis doctoral, sin descartar concurrir a
otros procesos electorales cuando lleguen las citas con las urnas
municipales, autonómicas y generales de 2015.
Fernández
se mostró convencido de poder aportar "ilusión de trabajar y hacer las
cosas bien" gracias a la formación específica que obtuvo en legislación
europea a través de un Máster en Unión Europea y el Doctorado que está
cursando en estos momentos.
miércoles, 26 de marzo de 2014
viernes, 21 de marzo de 2014
Os escribo desde la Unión Europea
Tal vez algunos de vosotros penséis, por el título de este
post, que os estoy escribiendo desde Bruselas o Estrasburgo. Al fin y al cabo,
cada vez que oímos hablar de la Unión Europea nos suelen venir a la mente los
edificios de la Comisión o del Parlamento Europeo que aparecen en los
telediarios. Pues no. Os estoy escribiendo desde una habitación de mi casa, en
Madrid.
Y es que esa habitación es la Unión Europea, al igual que
también lo es el parque por el que sacamos a pasear a nuestro perro, la
panadería en la que compramos todos los días, la carretera por la que pasamos
para ir a nuestro trabajo… la Unión Europea es Bruselas y Estrasburgo, pero
también lo son Madrid, Albacete, Orense, Bucarest, Pisa o Cambridge.
Sin embargo, siempre pensamos que la Unión Europea es algo
lejano, algo que no nos toca directamente, y no podríamos estar más equivocados.
Las decisiones que se toman diariamente en las instituciones europeas afectan a
nuestra vida cotidiana: a lo que comemos, a lo que visitamos, a lo que
estudiamos… y, por ello, no podemos ni debemos permanecer ajenos a lo que allí se
decide.
La mejor manera de participar en la Unión Europea y, por
tanto, de influir en las normas que posteriormente se nos van a aplicar a
nosotros mismos es a través del ejercicio de nuestro derecho al voto. El 25 de mayo
se van a celebrar las elecciones al Parlamento Europeo y no debemos quedarnos
en casa. Entiendo el desánimo de muchos, y más si tenemos en cuenta que los dos
partidos mayoritarios hablarán de cualquier cosa menos de Europa, como si fuera
algo que no nos incumbe. Pero no todos los partidos políticos son así. Por ello,
os invito a que asistáis mañana al acto de presentación de candidatos de UPyD,
porque allí se hablará de tu casa y de la mía: se hablará de la Unión Europea.
jueves, 13 de marzo de 2014
Yo ejerzo el voto útil. Y, ¿tú?
No podría estar más de acuerdo con alguien que con el
diputado nacional del Partido Popular, Alfredo Prada, cuando afirmó el pasado
30 de enero que de cara a las elecciones europeas del próximo 25 de mayo
"el único voto que vale, nos guste o no nos guste, es el voto útil".
Es más, yo no limitaría esta premisa a las elecciones europeas sino que también
la extendería a las elecciones nacionales, autonómicas y municipales.
Cada vez que depositamos nuestro voto en una urna debemos
hacerlo con el convencimiento de que dicho voto va a ser útil, que va a
significar alguna mejora o beneficio para el conjunto de la sociedad. Esto es
algo que siempre ha defendido Unión Progreso y Democracia, y así lo recordarán
los ciudadanos de las Comunidades Autónomas de Madrid y el País Vasco, entre
otras, dado que tanto Luis de Velasco como Gorka Maneiro repitieron ese eslogan
hasta la extenuación durante sus respectivas campañas electorales.
Ahora bien, tampoco podría estar más en desacuerdo con
alguien que con el propio diputado popular, para quien el voto útil
"significa votar PP o PSOE". Dudo mucho que el voto útil entienda de
siglas, pues una siglas, por sí solas, no reportan o deberían reportar
beneficio alguno a nadie. El voto útil entiende de trabajo, de compromiso, de
honradez.
Dejadme que os cuente algo. Hace cinco años, en el 2009, yo
no era afiliado ni simpatizante de UPyD. Era lo que sois ahora mismo muchos de
vosotros: una persona descontenta con los dos "partidos grandes" que
vio en UPyD un último rayo de luz en el panorama político español. Ese año
decidí prestarle mi confianza a Francisco Sosa Wagner durante cinco años con la
intención de pedirle cuentas ahora, justo ahora, a dos meses de unas nuevas
elecciones al Parlamento Europeo. Y eso es lo que voy a hacer: ¿Fue mi voto
útil en aquella ocasión o no? La mejor manera de responder a esta pregunta es a
través de datos objetivos (los podéis encontrar todos en la página web del
propio PE http://www.europarl.europa.eu/meps/es/search.html?country=ES).
Durante estos cinco años, Francisco Sosa Wagner ha sido miembro de la
Comisión de Industria, Investigación y Energía, de la Delegación en la Comisión
Parlamentaria Mixta UE-México, y de la Delegación en la Asamblea Parlamentaria
Euro-Latinoamericana. También ha sido suplente de la Comisión de Desarrollo y
de la Delegación para las Relaciones con los Países del Sudeste Asiático y la
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Ha intervenido en 146 ocasiones en
la sesión plenaria del Parlamento Europeo y ha formulado 247 preguntas
parlamentarias.
Desde luego, a la vista de estos números parece que si ha
trabajado a lo largo de esta legislatura. Pero, ¿qué han hecho, durante este
mismo período de tiempo, los que fueran cabezas de lista de los dos partidos
políticos nacionales mayoritarios?.
Jaime Mayor Oreja fue el candidato que encabezó la lista del
PP en esas elecciones. Ha sido miembro de la Comisión de Asuntos
Constitucionales y de la Delegación para las relaciones con Japón, y suplente
de la Comisión de Asuntos Exteriores y de la Delegación para las Relaciones con
Albania, Bosnia y Herzegovina, Serbia, Montenegro y Kosovo. Durante estos cinco
años ha intervenido 14 veces en sesión plenaria (132 veces menos que Sosa
Wagner) y tan sólo ha formulado una pregunta parlamentaria (246 menos que el
candidato de UPyD).
El PSOE, por su parte, eligió a Juan Fernando López Aguilar
para encabezar su lista, quien durante estos cinco años ha ejercido como
Presidente de la Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior,
ha sido miembro de la Conferencia de Presidentes de Comisión y suplente de la Delegación en
la Asamblea Parlamentaria Paritaria ACP-UE. Ha intervenido 116 veces en sesión
plenaria (30 veces menos que Sosa Wagner) y ha planteado 46 preguntas
parlamentarias (201 preguntas menos).
Volviendo a la pregunta que me planteaba antes: ¿fue o no
útil mi voto en las elecciones al Parlamento Europeo celebradas en 2009? A la
vista de los datos anteriores puedo responder, de manera tajante, que sí.
Francisco Sosa Wagner ha sido un ejemplo de trabajo, de entrega, de compromiso,
de honradez. Y eso es lo que verdaderamente es el voto útil, no la pertenencia
a unas determinadas siglas. El próximo 25 mayo yo volveré a ejercer el voto útil. Y, ¿tú?
martes, 11 de febrero de 2014
El procedimiento legislativo ordinario.
El procedimiento legislativo ordinario es aquél por el que
se aprueban la mayoría de los denominados actos legislativos de la Unión
Europea en muy numerosos ámbitos (mercado interior, política social, medio
ambiente…).
Generalmente, este procedimiento se inicia con una
iniciativa de la Comisión. Sin embargo, en los casos previstos expresamente por
los Tratados, también puede iniciarse a propuesta de los Estados miembros, del
Parlamento Europeo, del Banco Central Europeo, del Banco Europeo de Inversiones
y del Tribunal de Justicia, además de la iniciativa legislativa europea, a la
que me referí en un post anterior.
Desde la entrada en vigor del Tratado de Maastricht, y a excepción
de los supuestos en los que los Tratados exigen la unanimidad, los actos
legislativos de la Unión Europea deben aprobarse por mayoría del Parlamento
Europeo y por mayoría cualificada del Consejo, siendo este reforzamiento de las
funciones legislativas del Parlamento Europeo una consecuencia del intento de
garantizar la legitimidad democrática de las normas de la Unión.
Se trata de un complejo procedimiento en el que pueden
diferenciarse las siguientes fases:
1. PRIMERA LECTURA.
La Comisión envía su propuesta simultáneamente al Consejo y
al Parlamento Europeo, que adoptarán su posición en la primera lectura. También
la envía al Comité de las Regiones y al Comité Económico y Social, para que
emitan su correspondiente dictamen, y a los parlamentos nacionales, los cuales,
en caso de entender que no se respeta el principio de subsidiariedad, enviarán
un informe a la Comisión para que ésta reexamine su propuesta.
En lo que respecta al Parlamento Europeo, cabe que apruebe,
por mayoría de los votos emitidos en pleno, la propuesta de la Comisión, o que
introduzca enmiendas a la misma, no estando sujeto a ningún plazo para emitir
su posición en la primera lectura. Una vez adoptada dicha posición, la enviará
al Consejo.
En cuanto al Consejo, mientras el COREPER (Comité de
Representantes Permanentes) prepara la posición de esta institución, les llega
la elaborada por el Parlamento. A partir de ambas, el Consejo delibera y adopta
alguna de las dos siguientes opciones: aprobar la posición del Parlamento
Europeo (por mayoría cualificada los preceptos no modificados por dicho
Parlamento y por unanimidad las enmiendas que introdujo), en cuyo caso el acto
legislativo quedaría aprobado de manera definitiva, o no aprobar la posición
del Parlamento e introducir sus propias enmiendas. En este caso, se pasaría a
una segunda fase.
2. SEGUNDA LECTURA.
A diferencia de la fase anterior, en ésta el Parlamento
Europeo y el Consejo cuentan, para la adopción de su posición, con un plazo de
tres meses, ampliable un mes más siempre que lo pidan conjuntamente ambas
instituciones.
El Parlamento recibirá, por parte del Consejo, un informe
con los motivos que motivaron la inclusión de sus enmiendas. Ante la posición
del Consejo, el Parlamento puede:
- Aprobar la posición del Consejo, ya sea por mayoría de los votos emitidos o por silencio al no adoptar ninguna decisión. En este caso, se considera que el acto fue aprobado por el Consejo en primera vuelta.
- Rechazar, por mayoría, la posición del Consejo. Esto supone la no aprobación del acto legislativo, que será devuelto a la Comisión, la cual podrá iniciar de nuevo el procedimiento presentando una nueva iniciativa.
- Proponer enmiendas, por mayoría de los miembros que lo componen. Se precisa entonces un dictamen, que puede ser positivo o negativo, sobre dichas enmiendas por parte de la Comisión. Una vez obtenido, se envían las enmiendas al Consejo.
Ante estas nuevas enmiendas y el dictamen de la Comisión, el
Consejo puede aprobarlas (por mayoría cualificada las que obtuvieron la
conformidad de la Comisión y por unanimidad las restantes), en cuyo caso queda
aprobado el acto legislativo, o no aprobar todas las enmiendas presentadas por
el Parlamento. En este último caso, el presidente del Consejo convocará al
Comité de Conciliación, un órgano mixto compuesto por representantes de ambas
instituciones.
Si dicho Comité no llega a un acuerdo sobre un texto
conjunto no se aprobará el acto legislativo y se devolverá a la Comisión. Si se
llega a un acuerdo se pasa a la tercera y última fase.
3. TERCERA LECTURA EN CASO DE ACUERDO EN EL COMITÉ DE
CONCILIACIÓN.
El texto conjunto adoptado por el Comité de Conciliación debe
ser confirmado en un plazo de seis semanas, prorrogables en otras dos, por
mayoría cualificada del Consejo y por mayoría de los votos emitidos en el
Parlamento. Una vez aprobado, se firmará tanto por el presidente del Parlamento
Europeo como por el del Consejo y se publicará en el DOUE.
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