Tal vez algunos de vosotros penséis, por el título de este
post, que os estoy escribiendo desde Bruselas o Estrasburgo. Al fin y al cabo,
cada vez que oímos hablar de la Unión Europea nos suelen venir a la mente los
edificios de la Comisión o del Parlamento Europeo que aparecen en los
telediarios. Pues no. Os estoy escribiendo desde una habitación de mi casa, en
Madrid.
Y es que esa habitación es la Unión Europea, al igual que
también lo es el parque por el que sacamos a pasear a nuestro perro, la
panadería en la que compramos todos los días, la carretera por la que pasamos
para ir a nuestro trabajo… la Unión Europea es Bruselas y Estrasburgo, pero
también lo son Madrid, Albacete, Orense, Bucarest, Pisa o Cambridge.
Sin embargo, siempre pensamos que la Unión Europea es algo
lejano, algo que no nos toca directamente, y no podríamos estar más equivocados.
Las decisiones que se toman diariamente en las instituciones europeas afectan a
nuestra vida cotidiana: a lo que comemos, a lo que visitamos, a lo que
estudiamos… y, por ello, no podemos ni debemos permanecer ajenos a lo que allí se
decide.
La mejor manera de participar en la Unión Europea y, por
tanto, de influir en las normas que posteriormente se nos van a aplicar a
nosotros mismos es a través del ejercicio de nuestro derecho al voto. El 25 de mayo
se van a celebrar las elecciones al Parlamento Europeo y no debemos quedarnos
en casa. Entiendo el desánimo de muchos, y más si tenemos en cuenta que los dos
partidos mayoritarios hablarán de cualquier cosa menos de Europa, como si fuera
algo que no nos incumbe. Pero no todos los partidos políticos son así. Por ello,
os invito a que asistáis mañana al acto de presentación de candidatos de UPyD,
porque allí se hablará de tu casa y de la mía: se hablará de la Unión Europea.
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